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jueves, 14 de mayo de 2020

Formal vs informal

Estaba pensando los otros días cuanto de lo que somos está sostenido por nuestra “educación informal”, por aquello que no se enseña en una escuela o en una Universidad. E imaginaba que sería de nosotros si sólo la educación formal fuera lo que nos atraviesa. Mucho se está perdiendo la educación, los educandos y los educadores al no incluir, aunque sea, una pequeña porción de ese inmenso mundo del conocimiento que nos acompaña toda la vida. Y casi sin esperarlo, de parte de un exalumno de teatro, llegó a mi éste texto extraordinario del Doctor Osvaldo Delgado que quiero con ustedes compartir…
“El teatro como tratamiento del horror”
Doctor Osvaldo  Delgado. Profesor titular de la Cátedra Psicoanálisis Freud 1, Facultad de Psicología, UBA, Consejero Superior por el Claustro de profesores de la UBA, Analista miembro (AME) de la Escuela de la Orientación Lacaniana y de la Asociación Mundial de Psicoanálisis.
El mundo entero está confrontado, como nunca antes en la historia de la humanidad, ante un enemigo invisible y asesino.
No se trata de dos bandos confrontando como en las guerras, ni de un fenómeno natural disruptivo local y de tiempo acotado.
Es un enemigo que no diferencia edades, clases sociales, niveles culturales.
Es un “para todos” y en todo el mundo. Los médicos, los infectólogos, las enfermeras, los epidemiólogos, están en la primera línea viéndoselas con este horror.
Los docentes, los psicólogos, y psicoanalistas quedan a cargo de sostener las condiciones de la dignidad humana, traumatizada por la pandemia y la cuarentena.
Pero en este punto, no podemos dejar de lado a aquellos que se dedican a lo más elevado de la dignidad humana: los artistas.
Si el Coronavirus ha venido al lugar de lo más atroz para el género humano, el arte es lo más “humano” de la humanidad, lo demostró por siglos.
El tratamiento sublimatorio de las pasiones y la misma dimensión de la belleza estética es lo más elevado del espíritu humano.
Una de sus expresiones más acabadas ha sido y es, el teatro. Tanto aquel que nos viene legado desde los griegos, como aquellos que han aportado otras culturas y geografías del mundo más primitivo.
El teatro permite el tratamiento tanto de los traumas singulares como colectivos, a nivel del psiquismo con el que fantaseamos, idealizamos, amamos, producimos, soñamos; como un tratamiento absoluto del cuerpo y de sus conmociones. Un ejemplo paradigmático actual es el ataque de pánico, que siendo un trastorno psíquico produce una afectación corporal atroz.
El teatro permite tanto a niños, adolescentes, adultos, tramitar las angustias ante el horror, crear condiciones de socialización inédita, vincular el fantasear individual en el campo sublimatorio en su dimensión estética.
Tomar clases de teatro es una marca fundamental para aquel que atraviesa esa dimensión con su cuerpo y el cuerpo de los otros. Es una marca que puede permanecer inconsciente, pero a lo largo de la vida se va a presentar como un recurso valioso a partir de ese acontecimiento de cuerpo enhebrado como arte.
Los profesores de teatro, son los “magos”, los “seres iniciáticos”, que hicieron dialogar nuestro cuerpo con  los grandes dramaturgos del mundo.
Si Buenos Aires es referencia mundial del teatro, que lo sea además del tratamiento más digno del horror de la pandemia.

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