De joven trabajé como preceptor y luego como ayudante de laboratorio en
la ET27, lugar donde también realicé mis estudios secundarios. Pero luego de
esa experiencia necesitaba un cambio y se dió la oportunidad de trabajar en un
Laboratorio de Análisis Químicos y después
de esa experiencia me alejé de la Química y empecé a realizar diferentes
trabajos y oficios con épocas buenas y no tantas. Había descartado ya la
posibilidad de volver al ámbito escolar y mucho mas haciéndome cargo de educar
a pibes cuando sentía que apenas podía con mi vida. Pero mi mujer insistía una
y mil veces con esa posibilidad, veía “algo” en mí que yo ni enterado estaba.
Tiempo después, en una de las escuelas donde mi mujer trabajaba había
algunas horas de Química que siempre quedaban libres en el Acto Público. Pasaba
el tiempo y seguían sin tomarse. Mi situación económica, laboral y emocional no
eran de las mejores y era difícil encontrar excusas para no hacerme cargo de
esa posibilidad laboral.
Así fue que le pedí me buscara un programa de la materia para ver los
temas. Ella no solo me trajo el programa
sino una carpeta enorme con todo el trabajo de años de una docente que se
estaba jubilando y se la regaló para que yo
tenga material suficiente. Cada vez estaba mas acorralado, esa era la sensación
que tenía. Firmé entonces unos papeles y mi mujer me inscribió en el Listado de
Emergencia. Y antes de ir al Acto Público hice una feroz advertencia: “Yo tomo las horas y me presento en la
escuela, pero desde ya te digo que si la paso mal ese mismo día renuncio”.
Al presentarme en la escuela, tenía la clase perfectamente organizada,
nada podía salir mal. Todo, absolutamente todo estaba bajo mi control, a pesar
de que mis nervios eran insoportables.
Entro al salón, los saludo, y como suele suceder la mitad responde al
saludo y la otra mitad no registró aún mi presencia. Me siento, acomodo mis
cosas y firmo el Libro de Aula, respiro profundamente y les digo:
-“Bueno chicos, estuvieron varias
clases sin profesor, asi que la idea es que me pasen una carpeta para ver por
donde van asi nos ponemos al día”.
Un chico por el fondo me dice: “ ¿Profe,
no se va a presentar?.
Quedé duro, eso no estaba en mis planes. ¿Acaso no me conocían?. Claro
que no. ¿Cómo no advertí que debía presentarme?.
- Sí claro (le respondí).
Les digo mi nombre, ellos el suyo y empezamos a tener un diálogo
agradable y cálido. Pareciera que ellos se pusieron de acuerdo para hacerme mas
llevadero mi primer día de clases.
Luego de esa amena charla y de haber mirado una carpeta me dispongo a
hacer un leve repaso explicativo y asi, de la nada, ingresa un rayo de sol por
la ventana iluminando todo el salón. Es en ese preciso momento cuando me doy
cuenta que la docencia era para mi, como si ese rayo de sol me hubiese
atravesado el pecho, tenía una sensación rara, inexplicable en palabras. Ahí
entendí la insistencia de mi mujer. Ella sabía que yo no debía perderme el fascinante
mundo de educar. Y aqui estoy aún… fascinado por la elección de vida que tomé.
Pablo
Maltese
Así que todo esto fue gracias a tu mujer... que genia !! Mis agradecimientos por incentivar a esto, que surgio ser tan bien profe, tan bien actor y tan buena persona... un poco loco pero buen tipo jajaja te queremos igual a
ResponderEliminarPesar de que la mayoría de tus papeles hagas de mujer... una psicóloga muy famosa que le falta un ojo te analizaría y te diría que quizás tengas algún sentimiento que estás reprimiendo querido Jajajaja !! Grande pablito !!!
Lucas Fernández
Uh se escribió cómo la mierda Jajajaja maldito corrector
ResponderEliminarQué hermoso. A veces cuando te toca que el sol entre al aula y ves a los chicos trabajando se siente que en ningún lugar podrías estar mejor.
ResponderEliminarAsi es... mágico
EliminarJajaja la culpable es ella... alumno y ahora compañero. Abrazo. Pablo
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